La Dieta De Las Zonas Azules - Alimentate Como Las Personas Mas Sanas Del Mundo
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La dieta de las zonas azules es vegetariana
Empecemos definiendo una "zona azul" antes de adentrarnos en los principios básicos de una dieta de las zonas azules. Hay cinco regiones calificadas como zonas azules: Ikaria, Okinawa, Barbagia, Loma Linda y la Península de Nicoya. Distribuidas por todo el mundo, representan regiones donde la población vive más tiempo, tienen menos problemas de salud y se mantienen activos hasta los 80 años. En esencia, en estas zonas están algunas de las comunidades más saludables del mundo. Seamos realistas, no existen muchas dietas en el mundo que puedan competir a ese nivel.
Lo bueno es que no hace falta vivir en estas zonas para imitar su estilo de vida tan sano. No obstante, hay que seguir algunos principios fundamentales basados en cómo se alimenta la población de las zonas azules. No podemos prometer el sol mediterráneo de Barbagia, en Cerdeña, pero podemos contarte la dieta de las zonas azules en diez pasos sencillos.
1. Comer pescado, pero no tanto como se piensa
Es cierto, la mayoría de las localizaciones de las zonas azules están en la costa o cerca de ella. Sin embargo, la presencia del pescado en la dieta local no es tan frecuente como podrías pensar. En la mayoría de las regiones, el pescado se consume no más de tres veces por semana, y de esas tres veces, la mayoría son peces de tamaño pequeño y mediano en la cadena alimenticia. El bacalao, las anchoas o las sardinas son las opciones más habituales, principalmente porque son fáciles de digerir y mejores para el ecosistema.
2. Reservar la carne para ocasiones especiales
El pollo, la carne de ternera y el cerdo se consumen básicamente en ocasiones especiales. Además, cuando se consumen, forman parte de un plato, no son un plato principal. Procura no comer carne más de cinco veces al mes.
3. Reducir la cantidad de huevos
El problema no es desechar la yema, al contrario, consumir el huevo entero es bueno. No hay nada intrínsecamente malo en comer huevos, pero en las cinco regiones, los huevos se comen ocasionalmente y no como regla general. Procura reducir el consumo de huevos a menos de tres por semana.
4. Reducir el consumo de lácteos
La intolerancia a la lactosa cada vez es más común. Mientras que el debate sobre la capacidad natural de nuestro cuerpo para descomponer la lactosa sigue aumentando, las personas que viven en zonas azules generalmente evitan la leche de vaca. En su lugar, optan por consumir leche de cabra o de oveja.
5. El azúcar es un NO rotundo
Eliminar el azúcar de la dieta no será ninguna sorpresa. El azúcar añadido, desafortunadamente, se ha convertido en una parte básica de las comidas preparadas, salsas, refrescos, incluso el pan. El exceso de azúcar artificial, no los azúcares que están presentes de manera natural en las frutas, se ha relacionado con muchas afecciones dañinas. Los refrescos son los principales culpables en esta categoría y deben erradicarse de nuestras dietas. Si quieres volver a disfrutar de ellas como antes, guarda las chuches para una ocasión especial.
6. Para picar entre horas, los frutos secos
Da igual lo que estés haciendo, siempre llega un momento en el día en el que te apetece tomarte un aperitivo. En lugar de evitarlo, cógete un puñado de frutos secos. Para obtener los mejores resultados, prueba una mezcla que incluya almendras, nueces de Brasil, nueces, anacardos y cacahuetes. Cada uno de ellos tiene sus propios beneficios de manera individual, pero juntos están llenos de omega-3, proteínas y vitamina E.
7. Sustituir el pan blanco por el pan de masa madre
Ya hemos mencionado el pan antes. La mayoría del pan procesado está lleno de azúcar y harina blanqueada. Ambos proporcionan una descarga de energía breve y causan picos en el nivel de insulina. Sustituye el pan blanco por la masa madre tradicional y la diferencia te sorprenderá. El pan de masa madre es fácil de digerir y más lento en descomponerse debido a los granos enteros. El resultado se traduce en mayor energía a lo largo del día.
8. Alubias y legumbres se deben consumir a diario
Blancas, negras, soja, lentejas, legumbres, todas tienen algo en común. Todas se consumen diariamente en las zonas azules. Están llenas de proteínas y carbohidratos de liberación lenta, muchos consideran que las habas son un súper alimento. Añade a tu dieta la fuente de fibra tan saludable que proporcionan, y te darás cuenta del porqué. Acuérdate de añadir al menos media taza a tus comidas.
9. En caso de duda, mejor alimentos integrales, no procesados
¿A qué nos referimos cuando decimos alimentos integrales? Principalmente, son elaboraciones hechas a partir de un ingrediente, ya sea en forma cruda, molida o cocida. Comer frutas y verduras enteras sin ahogarlas en una salsa procesada es un excelente ejemplo de cómo centrarse en alimentos enteros. Si la comida que estás mirando tiene edulcorantes, conservantes o ingredientes artificiales, no es entera.
10. Agua, agua y más agua.
Siempre se recomienda que el agua sea nuestra principal fuente de ingesta de líquidos. Al fin y al cabo, estamos compuestos de aproximadamente un 60% de agua, por lo que es lógico que debamos mantener nuestros niveles de hidratación elevados. Beber solo agua puede resultar aburrido, así que no te asustes, las tazas de té y el café también están presentes en las zonas azules.
Si tomas café, trata de evitar echarle azúcar, volviendo al punto cinco. Si el té es tu opción preferida, intenta cambiar las bolsas de té habituales por el té verde. Y además, si has tenido un día difícil en la oficina, tenemos buenas noticias para ti. El vino tinto también tiene un hueco importante en las dietas de las zonas azules. Pero no te olvides, con moderación; no te pases de 1 a 3 vasos pequeños de vino tinto al día.
Probablemente te habrás percatado de que existe un tema recurrente en la dieta de las zonas azules. Es principalmente vegetariana, centrándose en las fuentes de alimentos locales y de temporada. Aunque la carne también está presente, es más una excepción que una regla. Todos los lugares de las zonas azules se centran en una forma de alimentación tradicional: aprovechar al máximo los alimentos y las plantas de temporada y cambiar a lo que esté disponible en cada momento según cambien las condiciones.
Aunque este tipo de enfoque para alimentarse puede parecer extraño, especialmente en un mundo repleto de platos preparados y establecimientos de comida rápida, la idea de consumir lo que está disponible en cada estación es algo que nuestros ancestros prehistóricos hacían muy bien.
Las dietas de la Edad de Piedra eran probablemente vegetarianas
Cuando pensamos, imaginamos o hablamos de nuestros antepasados de la Edad de Piedra, la mayoría de las veces, vienen a la mente imágenes de cazadores feroces. Sin embargo, los hombres y mujeres primitivos probablemente comían muchas más plantas y cereales que carne. La razón es simple; la caza de fuentes de carne es significativamente más difícil que buscar bayas y semillas. Si añadimos la complejidad del entorno, con factores que incluyen el clima, la estación y la ubicación, las probabilidades de una dieta basada principalmente en carne son cada vez menores.
Una dieta de la Edad de Piedra, o como se conoce más comúnmente, la dieta paleo, tendría carne, pero no en las cantidades tan grandes que solemos pensar. Sin embargo, es cierto que a medida que se desarrollaron nuestros instintos de cazador-recolector, mejoró nuestra habilidad para conseguir carne, y cuando los prehistóricos la tenían a disposición, posiblemente la utilizaban para consumirla con bayas, grano molido o semillas. La teoría dice que el aumento de calorías que produce la carne contribuyó al desarrollo de cerebros más grandes. Nuestra mente ansía la carne, pero nuestro cuerpo necesita el equilibrio de alimentos vegetales para obtener nutrientes, vitaminas y energía.
Si lo analizamos desde un punto de vista fisiológico, nuestros cerebros se han desarrollado significativamente y nuestros atributos físicos no han cambiado prácticamente. Nuestras mentes son modernas, pero nuestros cuerpos son paleo. Esto representa un problema significativo. Nuestros genes le dicen a nuestro cuerpo que anhelamos el sustento natural que proporciona nuestra vieja madre naturaleza. En su lugar, lo bombardeamos con alimentos altamente procesados. Nuestros cuerpos se ven obligados a adaptarse a nuestro estilo de vida moderno y la alimentación que proporciona. El resultado es el desarrollo potencial de intolerancias y afecciones digestivas.
La dieta paleo no consiste en comer unos alimentos en lugar de otros. Se trata más bien de comer lo que está disponible en cada momento. Los alimentos locales no procesados que están en temporada tendrán una gran cantidad de beneficios naturales. En un número elevadísimo de probabilidades, esto significaría una dieta principalmente vegetariana. Pero, espera un momento. ¿No te recuerda muchísimo a otro tipo de dieta?
La dieta de las zonas azules podría ser la dieta paleo de la era moderna en toda regla
Observando el concepto de la dieta de las zonas azules y la dieta paleo, es imposible no observar algunas similitudes sorprendentes. ¿Podría ser la dieta de las zonas azules una evolución natural de la dieta paleo? Parece bastante probable.
El principio básico de ambas se centra en un aspecto fundamental; nuestros cuerpos han evolucionado para requerir una variedad de alimentos equilibrada. Si alguna vez has tenido dudas sobre cómo alimentarte de una manera saludable, puede que tuviésemos la respuesta frente a nosotros durante todo este tiempo (unos cinco millones de años). Consume los alimentos locales de tu zona, y sigue las pautas del consumo con moderación de las zonas azules. El resultado podría ser una vida larga, saludable y más activa. ¿Quién no querría algo así?