¿Puede reducir la inflamación contribuir al tratamiento de la depresión?
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Prevalencia de los trastornos mentales en Europa
Una cuarta parte de la población probablemente sufriremos un trastorno de salud mental, como mínimo, a lo largo de nuestra vida. Los problemas más comunes son la depresión, la ansiedad y los trastornos alimentarios. La gran cantidad de personas afectadas es una maldición y al mismo tiempo una bendición. Nada puede compararse al impacto de las enfermedades mentales en los aspectos más simples del día a día. Sin embargo, el número de pacientes combatiendo estos trastornos nos muestra que no estamos solos. A menudo, el aspecto más difícil a la hora de buscar ayuda para tratar las enfermedades mentales es comprender que no estás aislado en tu sufrimiento, y que hay ayuda disponible.
El impacto de la salud mental no se limita al individuo afectado. Según estimaciones de la OMS, 83 millones de personas se verán afectadas hasta cierto grado. Desafortunadamente, incluso estas cifras podrían estar enmascarando la verdadera magnitud del problema, ya que no incluyen los problemas de salud mental de los mayores de 65 años. Europa acoge a seis de los países con mayores tasas de suicidios al año. La depresión resistente al tratamiento provoca aún más pérdidas, contribuyendo a estos datos. Como ya hemos mencionado, hasta un 90% de los suicidios en esos países se atribuyen a algún tipo de trastorno mental.
Estas cifras no son exclusivas de los países más pobres o con menores rentas de Europa. El suicidio supone el 17,6% de las muertes de adultos jóvenes en países de rentas elevadas. Por otro lado, los hombres tienen más probabilidades de cometer un suicidio que las mujeres. Pero, a pesar de estas tristes estadísticas, hay esperanza.
Aparte de los grupos de apoyo, los foros de internet, las iniciativas de asistencia sanitaria y las recomendaciones de tu médico, las investigaciones sugieren que el vínculo entre la inflamación, nuestro sistema inmunitario y la depresión podría apuntar hacia nuevos métodos de tratamiento.
Depresión e inflamación
Para poder comprender la relación entre la inflamación y la depresión, primero debemos explicar algunos principios básicos de nuestro sistema inmunitario. Este sistema entra en acción en respuesta a bacterias, enfermedades o infecciones. En una reacción inflamatoria, el sistema inmunológico inunda la zona afectada de citocinas proinflamatorias, necesarias para reforzar nuestras defensas naturales. Sin embargo, cuando nuestra respuesta inflamatoria no remite, empiezan a surgir problemas. La acumulación de citocinas puede provocar daños en células sanas, y como resultado, el equilibrio de nuestro cuerpo puede verse afectado. La abundancia de citocinas proinflamatorias ya ha sido relacionada con varias enfermedades crónicas graves.
La inflamación también puede producirse en otros trastornos de salud mental, lo que la convierte en transdiagnóstica. Al tratar la inflamación, estás abordando una raíz del problema y no necesitas necesariamente ajustar otros tratamientos, a pesar de las diferencias en el diagnóstico. Combatir la inflamación primero podría ayudar a quienes sufren bipolaridad, trastornos de ansiedad y esquizofrenia.
Sin embargo, es importante señalar que la inflamación no deriva directamente en trastornos psiquiátricos, como la depresión. La depresión es un trastorno emocional, que se divide en varios subtipos. Ser diagnosticado con depresión no significa necesariamente que tengas un mayor número de células proinflamatorias; su presencia más bien significa que existe una vía adicional para el tratamiento. Un estudio de JMA Psychiatry descubrió que el 45% de los pacientes con depresión resistente al tratamiento también padecían lo que se consideran “niveles elevados de inflamación”.
El vínculo va un paso más allá. Los datos sugieren que la inflamación puede inhibir zonas del cerebro ligadas a la motivación, la excitación, la ansiedad y la alarma. Al interrumpir los sistemas neurotransmisores en estas zonas, la inflamación puede dificultar el tratamiento de la depresión. Por ejemplo, sabemos que practicar ejercicio físico ayuda al cuerpo a producir neuroquímicos saludables, que nos hacen sentir bien. Si la inflamación puede mermar nuestra motivación, intentar hacer ejercicio se vuelve aún menos probable. Lo mismo puede aplicarse a llevar una dieta sana o socializar. Entonces los tratamientos convencionales podrían ser menos eficaces, como resultado de un aumento de la respuesta inflamatoria.
Desafortunadamente, lo que funciona en un paciente puede no ofrecer los mismos resultados en otro. La mente humana es una máquina sofisticada que no puede encenderse y apagarse con un solo botón. Se necesitan análisis más profundos para establecer el nivel de relación entre la inflamación y la salud mental. Hacen falta más datos, ensayos clínicos mayores y varios estudios controlados para ratificar lo que sabemos hasta el momento.
Combatir la inflamación podría ayudar a aliviar la depresión
El afán de los investigadores es comprender totalmente la relación entre la inflamación y los trastornos mentales. Los datos preliminares sugieren que, reduciendo la inflamación, podríamos fomentar la capacidad natural de nuestro cerebro de vencer los síntomas de la depresión. Sin embargo, esto aún debe realizarse conjuntamente con los métodos de tratamiento convencionales. Teóricamente sería posible que quienes sufren depresión, y presentan resistencia al tratamiento, se vuelvan menos reacios.
Aunque las conclusiones específicas sobre la inflamación y la depresión aún deben definirse mediante investigaciones más exhaustivas, desde luego no hace ningún daño pensar en reducir la inflamación, si presentas resistencia al tratamiento. La inflamación podría causar afecciones crónicas más graves, como cáncer, diabetes o enfermedades del corazón. Para las personas que sufren trastornos mentales, estos estudios sugieren que combatir la inflamación realmente vale la pena.